CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 20 de marzo de 2024

 

ARDOR GUERRERO Y NOVIOS DE LA MUERTE



            La guerra ha sido fiel compañera del hombre desde la prehistoria hasta nuestros días. De hecho, puede ser considerada incluso un arte más, como así lo testimonia el título de ese clásico de la literatura universal debido al estratega militar chino Sun Tzu. No ha habido período en la historia de la humanidad que se haya visto libre de luchas encarnizadas y enfrentamientos entre tribus, pueblos o civilizaciones, basta con mirar nuestro mundo actual para corroborar esa afirmación. El escritor Fernando Castillo, especialista en historia cultural y militar, en su último ensayo, Fervor del acero. Cuatro testimonios de la Guerra de Europa 1914/1939, parte de esta premisa para rastrear su presencia en la literatura bélica, más concretamente en el subgénero testimonial, a medio camino entre el relato y las memorias, de aquellos escritores guerreros que describen en sus obras sus sentimientos –su ardor guerrero-, sus relaciones de amistad en la milicia, la idea del enemigo y de los civiles, su manera de concebir la lucha y, en especial, su idea de la muerte.

            El primer capítulo, “Fervor del Acero y nostalgia de trinchera”, funciona como una introducción panorámica de la evolución de la guerra a lo largo de la historia. Con portentosa capacidad de síntesis nos resume su modo de entenderla en sus diferentes periodos: los modelos de guerra total, sin regulación explícita, bárbara y cruel, de la Antigüedad, cuyos ejemplos más acabados fueron los de Asiria y Roma. La Edad Media se ajustó a las normas de la Caballería regidas por normas eclesiásticas y el código del honor nobiliario. En el siglo XVIII fue aristocrática, monárquica e ilustrada, mientras que la del siglo XIX lo será plebeya, popular y romántica. A partir de 1870 la guerra deja de ser una aventura novelesca y regulada para convertirse en “un acontecimiento científico”. La Primera Guerra Mundial supone ya el tránsito de la guerra tradicional y limitada a otra imperante a lo largo del siglo XX, deshumanizada, industrial y técnica, basada en la potencia de artillería de enorme carga aniquilante, pero será a partir del conflicto báltico, que tuvo lugar entre 1918 y 1919 cuando la guerra abandone definitivamente cualquier tipo de regulación caballeresca, así como cualquier consideración hacia el enemigo, y prime única y exclusivamente su total destrucción sin importar los medios. Desde ese momento, “el fervor del acero, el deseo de acción y aventura, el combate por una ideología, por la revolución o la contrarrevolución, desemboca en lo que no tardaron en considerarse como crímenes contra la humanidad…” Sus más claros exponentes son por todos conocidos: la barbarie del genocidio judío y el exterminio armenio, por citar los ejemplos más extremos, pero son decenas los que podrían citarse.

            “Nadie en el Tercio sabía, quién era aquel Legionario, tan audaz y temerario…”. Estos son los primeros versos del “Novio de la muerte”, una canción guerrera que durante décadas ha representado a uno de los cuerpos de élite del ejército español, la Legión, cuya letra resume en cierto modo, como también lo hace el Himno de Infantería, (“Ardor Guerrero vibre en nuestras voces. / Y de amor patrio henchido el corazón. /  Entonemos el Himno Sacrosanto. / Del deber, de la Patria y del Honor. / ¡Honor! / De los que amor y vida te consagran…”) las características de los autores a los que Fernando Castillo recurre para explicar de manera original mediante el análisis de algunas de sus obras la nueva realidad bélica surgida desde 1914 y las constantes ideológicas de todos ellos para apreciar de manera positiva las guerras en las que participaron: valoran el heroísmo, la entrega, la aventura, la cohesión del grupo y la camaradería de trinchera (como dice García Serrano en La fiel infantería: “Lo mejor de la guerra —para siempre— seríamos nosotros”) , junto con una obediencia más carismática que ideológica, al tiempo que desprecian al enemigo y reniegan de la retaguardia, a la que tachan de cobarde, insolidaria y traidora –la conocida como “puñalada por la espalda-, descargando en ella la responsabilidad de la derrota. Se adaptan mal a la nueva situación de paz y comparten un sentimiento de soledad, junto con cierta nostalgia del compañerismo vivido en el fragor de la batalla. 

            Las obras analizadas recogen experiencias guerreras de sus autores en conflictos desarrollados, como se anticipa en el título, entre 1914 y 1939. En la Gran Guerra participaron Ernst Jünger y Benito Mussolini. Del primero trabaja sus obras más reveladoras al respecto como son Tempestades de acero, El Bosquecillo 125 y El teniente Sturm y del segundo, por ser escasamente conocida en España, su Diario de guerra. El tercer autor es Ernst von Salomon y su obra, Los proscritos, donde describe su participación en los combates internos de Alemania y en los Países Bálticos luchando contra los bolcheviques y los nacionalistas letones. El último es el falangista español Rafael García Serrano y su original novela de corte autobiográfico, La fiel infantería, a juicio de Fernando Catillo, “una intensa y original narración de su experiencia cuya calidad literaria es quizás la más destacada de todos los textos que componen este Fervor de acero”.

            En Jünger todavía se encuentran ecos del guerrero medieval, “solitario y entregado a la función encomendada a su estamento”, de hecho llevaba en el bolsillo de su uniforme una edición de Orlando furioso. Alejado todavía del soldado-número, anónimo y tecnificado, se debate en la contradicción que se establece entre esa actitud elitista y cierta admiración por las nuevas armas bélicas de gran poder destructivo. Fue precisamente esa actitud, todavía respetuosa con el código caballeresco en la guerra, la que le mantuvo al margen del genocidio judío y de los criminales nazis.

            La ruptura con el Partido Socialista hizo que Mussolini abandonara la dirección de Avanti! y pasara a publicar Il Popolo de Italia, desde donde lanzó una virulenta campaña en la cual llamaba a la intervención al lado de los aliados. Concebía esa contienda como una guerra imperialista e injusta, a su juicio había que declarar traidor a cualquier socialista que se opusiera al esfuerzo bélico liberador. Es en ese sentido en el que orienta sus esfuerzos de agitador belicista y su participación en la guerra. En mayo de 1915, el gobierno italiano llamaba a la movilización general al tiempo que declaraba la guerra a Austria, Alemania, Turquía y Bulgaria. La abundante información que Fernando Castillo aporta sobre el frente del Isonzo, uno de los más desconocidos por la bibliografía de la Primera Guerra Mundial, es apabullante y resulta especialmente clarificadora sobre las pérdidas humanas que supuso para Italia su intervención.

            Von Salomon pertenece a esa generación “perdida” de entre guerras que no participó en la primera por ser demasiado joven y en la segunda por ser demasiado viejo y tuvieron que dar salida a su “ardor guerrero” en los sangrientos conflictos internos alemanes que se produjeron en 1919, una guerra civil urbana y radical en la que no había lugar para la rendición ni para la clemencia, más cruel que la de las trincheras, en la que no se hacían prisioneros. Más tarde participó en el no menos despiadado, complejo e irregular conflicto báltico: guerra civil rusa entre blancos y bolcheviques, entre letones y estonios, entre revolución y contrarrevolución; una coctelera en la que se mezclaba el nacionalismo pangermano, mezcla de colonialismo y antisemitismo, y el uso de las nuevas armas aparecidas al finalizar la Gran Guerra. Su experiencia bélica la recoge en su obra Los proscritos, dividida en tres apartados correspondientes a cada una de las etapas de su vida; es decir, se trata de una novela clave para entender el período que va de 1918 a 1923, tanto en Alemania como en Europa.

            Rafael García Serrano, definido como un “cruzado castizo”, comparte con Jünger ciertos ideales caballerescos y hubiera preferido combatir en una guerra menos tecnificada. En cierto modo su fascismo puede ser catalogado como de “sacristía, de colegio religioso, es decir, mera y vieja contrarrevolución reaccionaria pasada por el filtro del fascismo mussoliniano”. El análisis de su obra, La fiel infantería, le sirve para introducirnos en la Guerra Civil Española y estudiar la evolución de la Falange hasta su apropiación por el franquismo.

            En Fervor del acero, Fernando Castillo presenta y relaciona un material sin duda novedoso. Con efectiva y objetiva erudición, nos ofrece excelentes retratos ideológicos de los cuatro escritores soldados elegidos para su estudio, al tiempo que analiza con precisión histórica y literaria sus obras más significativas.


Fernando Castillo, Fervor del acero. Cuatro testimonios de la Guerra de Europa, 1914/1939, Sevilla, Renacimiento, 2023.

lunes, 29 de enero de 2024

PRESENTACIÓN DE LA OBRA TEATRAL "CHAGAS" DE JUAN VILLALBA (I)




Gracias al Casino de Teruel: a su presidente, Mariano Jiménez, a Jorge Moradell y a Covadonga Galeote, por ceder un espacio tan agradable y difundir la presentación. 






Gracias a la Cooperativa de Amigos de los Libros (Terueligráfica): a Fito, Jorge  y su equipo por confiar en esta obra.




Gracias a Elena Romeu por sus ilustraciones.




Gracias a la Federación Aragonesa de Teatro amateur (FATEA) por premiar la obra en la II  Certamen de guiones teatrales.



Gracias a Marian Pueo, Salomé Abril, Ana Rosa y Luis Arturo por su colaboración desinteresada en la lectura dramatizada de un fragmento.


Gracias a Gonzalo Montón por sus fotografías.











lunes, 1 de enero de 2024

 

LITERATURA, ALZHÉIMER 

CINTAS DE VIDEO




         El paso del tiempo y la evolución tecnológica han llevado a muchos oficios a su desaparición: aldabonero, telefonista, campanero… propietario de videoclub. El fruticultor, escritor y fotógrafo calandino, José Antonio Gargallo, ha publicado hace ya algún tiempo, Todos los viernes del mundo, su segunda novela, en la que combina y homenajea sus grandes pasiones: el cine, la literatura y la fotografía. Su escritura es una especie de epílogo narrativo de un proyecto fotográfico realizado entre 2015 y 2018 sobre la decadencia y el cierre del último videoclub de la provincia de Teruel al fallecer Rodolfo, su dueño, enfermo de Alzhéimer, el mismo año de la conclusión del reportaje.

         En Todos los viernes del mundo, el videoclub, un espacio real visitado en su condición de “cinéfago” por José Antonio Gargallo durante años para nutrirse de películas, se convierte en simbólico, en una metáfora de la devastación causada por el paso del tiempo y la pérdida de la memoria, tanto individual, la del empresario con respecto a su vida, como colectiva, la de la sociedad por todo aquello que deja de tener utilidad.

         Gargallo mezcla de manera extraordinaria hechos reales con inventados para conformar una especie de autoficción con la que juega a confundir al lector al dotar su novela con dos finales: el primero, en el capítulo doce, es el de la novela propiamente dicha, narrada en primera persona en forma de cuaderno de notas o falso diario, comienza un “Lunes” con un “Si cierro los ojos puedo ver el Alzhéimer”, y terminar circularmente de manera magistral ciento sesenta páginas más tarde con el encuentro del autor y su protagonista con motivo del comienzo del reportaje citado, “Memoria del último videoclub”, quien la concluye con su particular sentido del humor diciendo: “Voy a ser una metáfora social. Tendré que peinarme”, y contestar a la pregunta, “¿Cuánto hace que te pasa esto de la enfermedad?”, con un irónico: “Por dios, es lo primero que olvidé.” El segundo final se produce tras un nuevo capítulo a modo de colofón, “Soy el 989”  —remite al número de socio en el videoclub del autor—, una especie de marco narrativo metaliterario en el que se nos explica mediante el recurso cervantino del manuscrito encontrado —siete cuadernos con forma de diarios— el origen de la novela, al que se añaden unas “Aclaraciones” finales con visos de realidad sobre diferentes aspectos de la historia, para seguir enredando al lector en su maraña literaria y hacerle creer que todo lo narrado es verdad.

         La prosa de José Antonio es ágil y fluye con alegría dotando al relato de un ritmo ágil y chispeante, como su humor, mezcla del  argentino —Rodolfo es de esa nacionalidad—, reflexivo y, en ocasiones, trágico y amargo, con el más autóctono y personal somarda aragonés del escritor, salpimentado con toques y situaciones surrealistas desternillantes como las que vive el protagonista cubierto con su verdugo de luchador mexicano o la de la droga escondida en las cajas de las cintas de video.

         Todos los viernes del mundo es una historia de amistad y, sin duda, un homenaje al cine: el de Rodolfo, de quien se incluye un listado de películas favoritas; y el del autor, donde no podía faltar la referencia al de su paisano Buñuel pero, sobre todo y en última instancia, es un homenaje al mismo Rodolfo, no tanto como metáfora literaria o personaje de ficción, sino como persona real, una persona o todas las personas que eligen elegir, la libertad, por encima de todo. Seguro disfrutarán con su lectura.

José Antonio Gargallo, Todos los viernes del mundo, Zaragoza, MilMadres, 2022.

Esta reseña se publico en el suplemento cultural, Artes & Letras del Heraldo de Aragón



martes, 19 de diciembre de 2023

GENTE QUE ESCRIBE EN TERUEL (I)


CICLO DE "POESÍA Y MÁS"


 
Este sábado pasado, 16 de diciembre, comenzó a andar con buen pie el ciclo organizado por la PLATAFORMA DE POETAS POR TERUEL (para contactos en plataformadepoetasporteruel@gmail.com), del que dio puntual noticia Miguel Ángel Artigas en el Diario de Teruel, tanto anticipando el acto:

Como después: 


Fue un auténtico lujo poder asistir al encuentro y disfrutar de la variedad y calidad poética de todos los participantes. 
Aquí dejo la foto grupal que describo desde la visión del espectador de abajo hacia arriba y de derecha a izquierda:

FOTO: GONZALO MUÑOZ


Poeta invitado, abajo sentado: LAMBERTO ALPUENTE (de su estilo dicen que "es poco convencional, crudo y abigarrado", pero en el fondo es también tierno y maternal, quizá, en ocasiones, un tanto críptico).
En la línea superior: HELENA NAVARRO (un descubrimiento que ya se ha descubierto); JESÚS CUESTA (un bardo a la antigua usanza por todos conocido, hermano en las ficciones, compañero en las tertulias y amigo en la vida); ISABEL MARTÍNEZ (ritmo vivo y sorpresa final, siempre con su punto teatral); TIFFANI GARZO CAMÓN (TIF nos dejó sin palabras, pero dará mucho que hablar). 
Segunda línea: NACHO ESCUÍN (activista cultural, casi un terrorista de la cultura; un poeta que se reinventa cada mañana sin dejar de ser él mismo); MARISOL JULVE (apasionada de la poesía con compromiso poético y social); CRISTINA GIMÉNEZ (la presidenta de la Plataforma; poeta sensitiva, de sentimientos, romántica, melancólica y apasionada hasta emocionarse al punto de la lágrima declamando); FABIÁN NAVARRETE (un viejo rockero muy joven que vive y escribe canciones y poesía en la carretera, como Miguel Ríos).
De pie: MARIO HINOJOSA (de sus poeMarios salen niños y pájaros Tocororos); ROSA BÁGUENA (casi escondida en la foto y en la vida, tiene el don de la rima y de la copla, versolari aragonesa de la jota, acumula premios y no lo dice, y habrá más); MIRIAM GRIMALT (le gusta jugar con las palabras, tímida y sencilla, con el tiempo irá a más, crecerá porque ya ha crecido en la escritura y la vive como el amor, con pasión de tímida); ALICE QUINN (otra tímida, eterna adolescente, que vive entre la psicología y la poesía, en su escritura tal vez sean lo mismo, lo suyo quizá sea psicosía o poegía. Me alegra reencontrarla en forma); ASUN PERRUCA (viene de Calamocha a sumarse al proyecto porque escribir es vivir, reencontrarse con la vida, y  ella le devuelve  a la vida con su poesía todo lo hermoso que le da cada día).
En difícil posición, porque no es poeta, JUAN VILLALBA (no supe muy bien por qué, si por la catalítica situada en mi trasero o por la enfermedad contagiosa de mis compañeros, en mi cuerpo comenzó a aflorar un cierto acné juvenil, una picazón poética muy, muy peligrosa. Tendré que vacunarme si sigo con ellos).

En enero tendrá lugar un nuevo encuentro. Se avisará puntualmente. Os dejo con algunas fotos.

LAMBERTO ALPUENTE

FABIÁN NAVARRETE

JESÚS CUESTA

ALICE QUINN


ASUN PERRUCA

TIF

MIRIAM GRIMALT





martes, 12 de diciembre de 2023

 

HISTORIAS PARA NO DORMIR




         Tras una pandemia y con una guerra en la frontera de Europa, qué mejor que comprar un libro de Instrucciones para el fin del mundo. Con este sugerente y comercial título hace su presentación oficial el escritor turolense José Baldó. Coeditado por el Instituto de Estudios Turolenses y Prames, presenta trece relatos de misterio, suspense y terror fantástico aderezados en ocasiones con ciertas dosis de amor y humor.

         La portada, una puerta entreabierta generadora de un pasillo de luz, nos invita a seguirlo y a traspasar ese umbral para introducirnos en otra dimensión: la de sus narraciones. Recuerda la cabecera de la mítica serie televisiva, Historias para no dormir, en la que el inolvidable Chicho Ibáñez Serrador adaptaba obras literarias de terror, misterio, ciencia ficción o suspense de autores cuyo influjo se encuentra también en los relatos de Baldó.

         La obra se estructura en cuatro partes y sus respectivas historias mantienen una relación temática anticipada en el título genérico que las agrupa: “Al borde del abismo”, “Juego de niños”, “(Des)amores” y “Apocalipsis ¡Ya!” De igual forma, entre los bloques se crea una cohesión interna mediante sutiles guiños narrativos que vincula sus contenidos y dota a todo el conjunto de unidad y coherencia.

         El poeta Mario Hinojosa le dedica unas líricas palabras a modo de prólogo, “Continuidad de los parques”, en las que comenta entre otras cosas la nutrida intertextualidad presente en los relatos de Baldó. Si hablamos de escritores cita a Cortázar, Stephen King, Cheveer, Carver, Lemaitre, Chéjov, McCarthy, Ellroy y Bécquer, pero podrían ser muchos más: Poe, Lovecraft, Matheson… Y si lo hacemos de cineastas la lista sería también interminable, al citado Ibáñez Serrador, se unirían Hitchcock, Kubrick, Carpenter… Como afirmara Todorov: "No existe enunciado que esté desprovisto de dimensión intertextual”; es decir, toda creación se construye como mosaico de citas –conscientes e inconscientes-, refundiciones e inversiones y es el resultado de la absorción y transformación de otros textos. Desde este punto de vista, Baldó se convierte en una esponja que amalgama en su escritura toda una serie de mensajes adquiridos desde temprana edad en su formación intelectual como omnívoro lector, voraz telespectador y cinéfilo empedernido.

         Esa anticipada influencia cortazariana expuesta por Mario, se observa ya en el primer relato, “El escritor”, un homenaje a la literatura pulp en el que la ficción y la realidad se entrelazan en una historia circular creando un efecto de cajas chinas con final abierto susceptible de múltiples lecturas.

         En el segundo, “El sonido de las almas”, encontramos otra de las constantes de la escritura de Baldó relacionada con sus personales aficiones-pasiones: la música. Reconoce en nota el homenaje a las leyendas de Bécquer -“Maese Pérez el Organista”, “El Miserere”, etc.-, así como también en los nombres de sus protagonistas se perciben ecos de los de La Regenta -Julián Mesía, Froilán de Pas y Ana Atienza-, con los que teje una historia de amor pasional y música infernal.

         “Alma condenada” es un microrrelato muy bien resuelto que fue merecedor del primer premio del concurso “Mirambel Negro”. Por su parte, “Los mandamientos”, el último de este primer apartado, es una cruda historia de maltrato y educación perversa de un niño que sirve de antesala a los cuentos de la siguiente sección protagonizados todos por diabólicos muchachos. Si el primero, “Los vikingos”, es muy duro, el que cierra la serie, “El secreto”, lo es en extremo. Ningún lector saldrá indemne tras su lectura. Pero, como decía Chicho, ¿Quién puede matar a un niño?

         Para rebajar un tanto la tensión, el tercer bloque, “(Des)amores”, encabezado por la significativa cita del Cantar de los cantares, “El amor es fuerte como la muerte”, presenta otros tres relatos de afectos y amistades preadolescentes con finales menos descarnados, si bien con un poso de tristeza y cierto regusto amargo.

         Decía Paul Eluard que “hay otros mundos, pero están en este”, como demuestran las tres últimas narraciones. En la primera, una magnífica bajada a los abismos de una mente enferma, con un tan divertido como irónico título, “Feo, fuerte y formal”, con el que homenajea a John Wayne y Loquillo. Recordemos que el actor se casó con tres mujeres hispanas y dejó como epitafio esas tres palabras a su juicio definitorias de su personalidad, aprovechadas a su vez por Loquillo para dar nombre a uno de sus discos más importantes.

La de Baldó es una prosa cinematográfica en el sentido más literal: parece haber sido escrita pensando en la pantalla, sus personajes se comportan como si actuaran ante una cámara. Baldó es, sobre todo, un gran creador de imágenes. La joven aterrada que corre por los campos de maíz huyendo de una abominable criatura requiere un travelling; una mujer y un gato caminando en la oscuridad de la noche por un pueblo pide un plano secuencia; el hombre que lleva el auricular del teléfono a la oreja para escuchar lo inesperado sugiere un primerísimo primer plano…

La prosa cinematográfica sólo funciona con los escritores que son buenos describiendo y creando atmósferas. Esta es la virtud de la escritura de Baldó, no se recrea en pesados retoricismos filológicos ni tiene retorcidas pretensiones intelectuales, lo suyo es ir al grano: dibujar un ambiente adecuado para contar una historia -en la mayoría de los casos para no dormir- con un giro sorprendente en su final. Instrucciones para el fin del mundo anticipa un narrador con casta. Al tiempo.

 

José Baldó, Instrucciones para el fin del mundo, Zaragoza, Prames-Instituto de Estudios Turolenses, 2022. 

domingo, 3 de diciembre de 2023

 

DE LA A A LA Z: 

MARÍA MOLINER NOVELADA




         De María Moliner se han escrito tres biografías, una ópera, una obra de teatro y un magnífico documental pero, hasta la fecha, nadie había novelado sobre su vida y trayectoria profesional, anómala e injusta circunstancia que corrige el montalbino Luis Miguel Benedicto con Significada: todas las palabras de María Moliner, una novela sencilla y bien armada. La documentación histórica no pesa, aunque la acción se ambienta con rigor, en especial en los momentos más importantes y críticos de su biografía como son la República, la Guerra Civil y la posguerra.

         Luis Miguel no se esconde tras un pseudónimo, más bien transforma su nombre para firmar la novela como Miguel AZuara, simbólica composición formada por su segundo nombre y destacando de manera significativa con mayúsculas las dos primeras letras de su apellido materno (a quien homenajea de esta forma y por extensión a todas las mujeres) en el que curiosa y casualmente se presentan juntas la A y la Z, primera y última letra de nuestro alfabeto, para de esta forma anticipar en la sobria y alegórica portada, cuyos colores, blanco y negro, remiten con claridad meridiana a los del diccionario de María Moliner, no obstante, sobre la marmórea albura dominante (también podría ser la losa de una tumba un tanto resquebrajada por grietas que la recorren), aparece dibujado un no menos curioso y simbólico bichillo del polvo, conocido como pececillo de plata —lepisma saccharina—, que en un momento de la narración va a tener también su protagonismo.

         La vida de María Moliner fluye ágil ante los ojos del lector mediante diálogos vivos y verosímiles escritos con un lenguaje, como se nos dice en un momento dado, “cercano y sencillo”. Como también es creíble esa argamasa ficcional en forma de reflexiones, pensamientos y vida cotidiana que sirve para amalgamar los hechos reales, terminar de componer la personalidad de la protagonista y dotarla de auténticos sentimientos y emociones, de verdadera humanidad.

         Como nos anticipa el segundo apellido del autor, la novela se estructura siguiendo el orden alfabético, empieza en la A con la definición de la palabra “alumbrar”, pero no se cierra en la Z —letra en la que sí concluye la vida de la protagonista—, sino en la B, con la definición de “baturra”, un capítulo metaliterario en el que se revela y explica el marco narrativo, concluyendo de esta ingeniosa manera una obra que está pensada hasta sus últimos detalles.

         Azuara repasa con detenimiento los quince años que María dedicó a definir ochenta mil palabras, titánica tarea que, como reza la contraportada, “… apenas le trajeron algo de notoriedad. Fueron pues su candidatura, y sobre todo el rechazo de la Real Academia Española, a la que tuvo el coraje de corregir, lo que le dieron renombre. Y sería el epitafio de un Premio Nobel de Literatura lo que le traería el prestigio en todo el mundo de las letras”. Así es, García Márquez describió su obra como “una proeza sin precedentes”, el “diccionario más completo, más útil, más acucioso y divertido de la lengua castellana”, “dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y —a mi juicio— más de dos veces mejor”.

         La novela es una reivindicación de la insigne lexicógrafa y, como hemos anticipado, del papel de las mujeres en la transmisión de la cultura pero, en última instancia, es también un homenaje a los maestros y maestras rurales que hicieron de bibliotecarios en la República y, por ende, implícitamente supone un reconocimiento a la labor que las bibliotecas desempeñaron y desempeñan en su difusión.

Reseña publicada en el suplemento cultural "Artes & Letras" del Heraldo de Aragón




 

Miguel Azuara, Significada: todas las palabras de María Moliner, Universo de Letras, 2023.