CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

lunes, 18 de abril de 2011

JOSÉ MARÍA BELLOCH: PROFESOR, JUEZ Y ESCRITOR. UNA MIRADA DE CINE AL FINAL DE LA DÉCADA DE LOS CINCUENTA.

            Mientras los rusos ponían en órbita a la perrita Laika en el Sputnik y los americanos creaban la NASA, los españoles soñaban con ahorrar las 65.000 ptas. que costaban los primeros modelos de SEAT 600. Mientras en Europa se firmaba el Tratado de Roma -nacía la Comunidad Económica Europea, CEE- y el Sínodo Vaticano elegía a Juan XXIII, el “papa bueno”, para regir los destinos de la Iglesia Católica y excomulgar a un  Fidel Castro que entraba victorioso en La Habana haciéndole un corte de mangas al mundo capitalista, en España comenzaban las primeras emisiones de TVE con la retransmisión de una misa, Juan Ramón Jiménez recibía el Premio Nóbel de Literatura y las importantes manifestaciones estudiantiles de Madrid se saldaban con graves incidentes que le costaban el puesto de Rector de la Universidad al turolense de Urrea de Gaen, Pedro Laín Entralgo. A pesar de todo, en lo intelectual, la década de los cincuenta se cierra de manera brillante con  un nuevo Premio Nóbel, esta vez en Medicina, para Severo Ochoa, y en lo deportivo, el Madrid conseguía su segunda Copa de Europa y Federico Martín Bahamontes alimentaba el orgullo patrio al hacerle una higa a los franceses  y regresar del Tour de Francia vestido de amarillo.
            Mientras los cinéfilos se extasiaban ante la críptica simbología de El séptimo sello, de Bergman, admiraban la magnífica Centauros del desierto, de Ford, disfrutaban junto con el común de los mortales de  El Puente sobre el río Kwai, de David Lean (ganadora de siete estatuillas en la ceremonia de los Oscar de 1957), y lloraban a Humphrey Bogart, que había dejado de fumar al acompañar a  Erich von Stroheim y Oliver Hardy (“El gordo”) en el viaje definitivo, en España, el éxito de Juan de Orduña con El último cuplé suponía el triunfo absoluto de Sara Montiel y del cine folclórico, que a partir de ese momento se adueñaría por completo de las pantallas del solar patrio plagándolas de cupletistas, violeteras y folclóricas de todo tipo, relegando a un segundo término las apuestas filmicas más comprometidas de Bardem o el tardío neorrealismo de Marco Ferreri, al tiempo que Berlanga, como todos los directores de cine del momento, disputaba a brazo partido con la censura para salvar los restos de su mutilada y muy tergiversada, Los jueves milagro, hasta el punto de que llevado por un alarde de irónica generosidad, propuso como guionista de la misma al censor dominico, padre Garau, con el que tantas horas había compartido ajustando la película a sus exigencias.
Por esas fechas, el aragonés José María Forqué realizaba la estupenda Amanecer en puerta oscura (ganadora del Oso de Plata en Berlín) y el turolense Clemente Pamplona dirigía con afanes europeístas su ópera prima, Pasos de angustia, seleccionada para representar a España en el Festival de San Sebastián. Por su parte, el guionista Jaime García Herranz conseguía que su guión, El ruiseñor de las cumbres, se rodara en su Mora de Rubielos natal, Rubielos de Mora y Alcalá de la Selva, con Joselito como rutilante estrella.
Unos años antes, Jaime García Herranz, junto con el a la sazón juez de Mora de Rubielos, José María Belloch Puig, habían escrito el guión cinematográfico titulado, “Cuando el pasado muere”, que no llegó a materializarse para la pantalla, pero que fue premiado por el Sindicato Nacional del Espectáculo. Por su parte, el juez escribe también en los años cincuenta su novela ambientada en Mora (donde nacería su hijo, Juan Alberto, actual alcalde de Zaragoza y ex ministro socialista), Prohibido vivir,  publicada en Barcelona (La Gaya Ciencia, 1978).
A mediados de la década, José María Belloch se traslada a Teruel y compatibiliza el ejercicio de la magistratura con el de delegado de Asociaciones del Movimiento y el de profesor de Capacitación Sindical (con el tiempo esta asignatura pasó a denominarse Formación del Espíritu Nacional, FEN) durante los cursos 1959-60 y 60-61 del recién creado Taller Escuela Sindical de Santa Emerenciana. En 1955, convertido en dramaturgo ocasional, colabora junto a Clemente Pamplona y Federico Muelas en la recreación de la tragedia turolense de los Amantes de Teruel, un drama en tres actos que se representó en la Plaza del Seminario con gran éxito los días 4, 5 y 6 de septiembre, como conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de las momias (Federico Muelas, Clemente Pamplona y José María Belloch, “Poema de los Amantes”, en Los Amantes de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1958, pp. 113-168.) Quizá como consecuencia de esta recuperación de nuestra tradición, en 1958, el director británico Michael Powell realiza Luna de miel (Honey moon), con música de Mikis Theodorakis, inspirada en cierto modo en la leyenda de los Amantes, quien satisfecho con su trabajo compondría todo un ballet sobre el tema que tituló Les Amants de Teruel, que llevaría en 1962 al famoso director de escena Raymond Rouleau a hacer una película argumental de corte surrealista con ese mismo título, algunas de cuyas canciones popularizaría la mismísima  Edith Piaf al final de su carrera.
En 1956, José Mª Belloch escribirá  también el argumento y el guión, junto con Alberto F. Galar, de la película Torrepartida, dirigida por Pedro Lazaga y producida por el zaragozano Santos Alcocer. Un film de los llamados de “cruzada”, en el que se aborda, siguiendo la línea iniciada por Clemente Pamplona en el guión de la película Dos caminos (Arturo Ruiz-Castillo, 1953), la lucha contra el maquis, reconociéndose de esta manera la existencia de una resistencia armada contra el régimen; sin embargo, su mayor atractivo radica en el uso del entonces incipiente CinemaScope, con abundancia de planos muy largos con los que Pedro Lazaga capta la belleza de la ciudad de Albarracín y de su sierra donde se rodó, con intervención de muchos extras turolenses y música del por entonces todavía estudiante en Madrid, Antón García Abril, quien fue recomendado al director por el juez de Teruel y coguionista del film. En un primer momento, la propuesta no pareció agradar a Pedro Lazaga, pero, al fin y a la postre, no sólo aceptó, sino que continuó con una fecunda colaboración con el músico turolense que inició de esta forma una prolífica faceta como compositor de bandas sonoras para el cine que alcanzó casi los dos centenares de películas, tan sólo con este director la colaboración se prolongó durante veintidós años y se materializó en sesenta y ocho películas, algunas tan famosas como Ana dice sí, La fiel infantería, No le búsques tres pies, Los tramposos, Los económicamente débiles, La ciudad no es para mí, Sor Citroen, etc.
Con posterioridad, José María Belloch ejercería durante doce años como juez en la ciudad condal, para más tarde pasar a ser gobernador civil en Guipúzcoa y después de Barcelona (véase a este respecto: Dimite José María Belloch, Gobernador Civil de Barcelona.) Militó, aunque por breve tiempo en el partido Unió Democrática dé Catalunya, integrado en el Equipo Demócrata Cristiano del estado Español. Fue también el miembro catalán más destacado del grupo Tácito ( El grupo Tácito lo conformaron una serie de intelectuales que escribieron, publicaron y ejercieron una influencia decisiva desde los mejores diarios del país durante los últimos años del franquismo, desempeñando un papel relevante en la transición española) y promotor de su equivalente en Cataluña, cuyos artículos periodísticos aparecían con el seudónimo de Seny Nou.


           

      

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