CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 13 de agosto de 2011

MARÍA ALEGRE GARCÍA (1910-2000): LA TORERA DE ARCOS DE LAS SALINAS (I)

   Decía Rafael García Antón, marido de la gran torera Juanita Cruz, que "una mujer puede ser torera, o torero, es lo mismo: cirujana o cirujano, médica o médico, ministra o ministro, aviadora, paracaidista, diputada, etc. Para torear lo que hace falta es tener valor o la decisión suficiente, sentir el arte del toreo en profundidad, saberlo interpretar..." Y si todos los taurinos están de acuerdo en que, en el toreo, los conocimientos técnicos, la habilidad y la inteligencia deben primar sobre la mera fuerza física, y si ya nadie pone en duda que las mujeres tienen todos esas cualidades, además del valor necesario, que como al soldado en la mili, se les supone, ¿por qué han sido y son tan pocas las toreras?  La respuesta es obvia: dentro del machismo imperante en todos los órdenes de la vida de épocas pasadas  -en la actualidad no del todo superadas- en éste mundo del toro se impone sobremanera a machamartillo y la presencia de la mujer se ha visto con la sonrisa distante, complaciente de la mera anécdota: eran las señoritas toreras.
  Parece ser que ya en el siglo XVIII se  documentan mujeres toreras, pero cuando de verdad se produjo su incorporación a los ruedos de forma masiva fue durante  los años de la Republica, pues con su llegada se acaba con 35 años de expresa prohibición. Según los entendidos, durante estos años hubo no sólo un aluvión de mujeres toreras (realmente llegó a haber inscritas como toreras unas sesenta señoritas en la Asociación de Matadores y Novilleros, y podríamos incluir una lista bastante larga de nombres), sino también algunas de verdadero mérito. Así, “Las Hermanas Palmeño”, Enriqueta y Amalia Almenara y, sobre todo, Juanita Cruz (a este respecto véase PRESENCIA DE LA MUJER EN LA FIESTA DE LOS TOROS y BLANCO Y ORO). El libro de Muriel Feiner, La mujer en el mundo del toro (Madrid, Alianza, 1995),si bien de nuestra torera prácticamente no dice nada, resulta indispensable para acercarse con rigor al tema.
    María Alegre García nació en Arcos de las Salinas en 1910. De muy joven se fue a vivir a Barcelona, donde su afición la llevó a la escuela de tauromaquia del torero Pedro Basauri, "Pedrucho". Con él dió sus primeros pasos en el mundo del toro debutando en Alicante integrada en un espectáculo cómico musical. Veinticinco pesetas pagó por el alquiler de ese su primer traje de luces. La crítica fue favorable y se expresó en los siguientes términos: "Las señoritas toreras, Manuela Tulla y María Alegre estuvieron superiores con el capote... Manuela y María viéronse obligadas a dar dos vueltas al ruedo para corresponder a las ovaciones que les tributó el público..."
   Siguieron toda una serie de festejos formando parte del espectáculo denominado la Revue Taurina, dirigido por el mencionado torero, por tierras gallegas y portuguesas. En declaraciones al critico taurino turolense Aniceto Blasco, cuenta la graciosa anécdota de que en Vigo tuvieron que torear en el campo de fútbol de la localidad en una improvisada plaza de madera.
    Posteriormente, recomendada por Pedrucho, participó en los festejos que por toda la geografía nacional organizaba la empresa madrileña Imprenta Torerías, hasta este momento siempre sin picadores. Por ejemplo, el 16 de abril actuó junto con Angelita Álamo en Toledo.
    Sus primeras dos orejas las cortó en la plaza de Ronda el 23 de mayo de 1933. Poco después, en Almadén, volvería a cortar dos orejas, plaza en la que toreó acompañada por Carmen Marín y Angelita Álamo. En el mes de julio resultó herida leve en un dedo en la plaza de Murcia.
    En las citadas declaraciones, le confesaba a Aniceto Blasco que el día que más miedo pasó fue en Huesca, donde tuvo que lidiar toda una corrida con novillos que por sus hechuras eran ya verdaderos toros, pero con orgullo torero acabó con ellos de sendas estocadas, pues a su juicio, de todas las suertes del toreo, la espada era su fuerte.
    

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