CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

martes, 3 de enero de 2012

BUÑUEL EN ANÉCDOTAS (y XIII): ¿ES VERDAD QUE ERES MARICÓN?

Esta fotografía es una de las más populares de Buñuel –y también de Lorca-, dos grandes amigos que se conocieron en la Residencia de Estudiantes, pero la historia que se esconde tras ella, tras la sonriente cara de Lorca y la más seria y abstraída de Buñuel, quizá no sea tan conocida. Los hechos ocurrieron así en palabras del realizador aragonés.
“Federico García Lorca no llegó a la Residencia hasta dos años después que yo. Venía de Granada, recomendado por su profesor de Sociología, don Fernando de los Ríos [de hecho, se dice que Lorca llegó a concluir la carrera sin haber pisado las clases], y ya había publicado un libro en prosa, Impresiones y paisajes […] Nuestra amistad, que fue profunda, data de nuestro primer encuentro. A pesar de que el contraste no podía ser mayor, entre el aragonés tosco y el andaluz refinado –o quizás a causa de este mismo contraste-, casi siempre andábamos juntos […] Alguien vino a decirme que un tal Martín Domínguez, un muchachote vasco, afirmaba que Lorca era homosexual. No podía creerlo. Por aquel entonces en Madrid no se conocía más que a dos o tres pederastas (sic), y nada permitía suponer que Federico lo fuera. Estábamos sentados en el refectorio, uno al lado del otro, frente a la mesa presidencial […] Después de la sopa, dije a Federico en voz baja:
-Vamos fuera. Tengo que hablarte de algo muy grave.
Un poco sorprendido, accede. Nos levantamos.
Nos dan permiso para salir antes de terminar. Nos vamos a una taberna cercana. Una vez allí, digo a Federico que voy a batirme con Martín Domínguez, el vasco.
-¿Por qué? –me pregunta Lorca.
Yo vacilo un momento, no sé cómo expresarme y a quemarropa le pregunto:
-¿Es verdad que eres maricón?
El se levanta, herido en lo más vivo, y me dice:
-Tú y yo hemos teminado.
Y se va.
Desde luego nos reconciliamos aquella misma noche. Federico no tenía nada de afeminado ni había en él la menor afectación […]
Guardo una fotografía en la que estamos los dos en la moto de cartón de un fotógrafo, en 1924, en las fiestas de la verbena de san Antonio en Madrid. En el dorso de la foto, a las tres de la madrugada (borrachos los dos), Federico escribió una poesía improvisada en menos de tres minutos, y me la dio. El tiempo va borrando poco a poco el lápiz y yo la copié para no perderla. Dice así:
La primera verbena que Dios envía
es la de San Antonio de la Florida.
Luis en el encanto de la madrugada
canta mi amistad siempre florecida,
la luna grande luce y rueda
por las altas nubes tranquilas,
mi corazón luce y rueda
en la noche verde y amarilla,
Luis mi amistad apasionada
hace una trenza con la brisa.
El niño toca el pianillo
triste, sin ua sonrisa,
bajo los arcos de papel
estrecho tu mano amiga.

Quizá la introspección de Buñuel se deba al peso de la culpa; Lorca ha olvidado y perdonado, disfruta como un niño, luego le regalará un poema a su amigo del alma.
Todas las fotos encierran una historia, ésta es de sincera amistad juvenil.

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