CASABLANCA

CASABLANCA
FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 5 de mayo de 2012

ALFONSO ZAPATER. EL ETERNO APRENDIZ (II): INFANCIA Y ADOLESCENCIA.

           Esta entrada es parte de un artículo publicado en la Revista Cultural Turia nº 95
La patria de un escritor: su infancia y adolescencia.

Fotografía de Teodoro Félix  publicada en el etnógrafo.

        
Alfonso Zapater nació en Albalate del Arzobispo, en julio de 1932, pero a los ocho meses lo llevaron a Urrea de Gaén, donde su padre tenía el molino a orillas del río Martín. Así, su infancia la pasó entre Urrea y Albalate, localidades a las que consideró sus pueblos por igual.
La Guerra Civil, como no podía ser de otra manera, marcó su niñez y adolescencia. Gran parte de sus desagradables recuerdos de esos terribles momentos los rememoró en su obra Tuerto Catachán (Zaragoza, Mira, 1998), una autobiografía novelada en la que homenajea a su abuelo materno.
Su padre se exilió por un breve espacio de tiempo en Francia, pero pronto regresó y, aunque sufrió algunos meses de prisión, fue puesto en libertad sin cargos y volvió a ejercer su oficio de molinero en Aguaviva, muy cerca de Mas de las Matas, donde Alfonso Zapater va a la escuela y escribe con nueve años sus primeros versos. Allí tiene como profesor a José Miguel Balbín, un hombre fundamental en su formación por el que siempre mostró un profundo respeto y un tremendo cariño. Desde temprana edad se manifestó como un lector voraz, así a los 12 años ya se hizo con la colección Clásicos, de Barcelona, en la que leyó precozmente a Virgilio, Homero, Balzac o Rosusseau, entre otros muchos autores de la literatura universal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario