CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 16 de junio de 2012

ALFONSO ZAPATER. EL ETERNO APRENDIZ (X). NOVELISTA

En 1980, Zapater conseguía con la novela Viajando con Alirio (Barcelona, Planeta, 1980) el Premio Ciudad de Jaca. En ella, Enrique, conductor que se gana la vida transportando mercancías por España con su furgoneta, es contratado para trasladar a su pueblo natal el cadáver de Alirio Pérez Lafita, un transporte ilegal que le llevará por los lugares  en los que transcurrió la vida del difunto en una suerte de casualidad-causal que lo va atrapando en la personalidad de Alirio. La novela se desdobla y en cada uno de los lugares que recorren, en primera persona, en un tono épico e intimista, el personaje principal relata en forma de memorias sus vivencias. Su vida fue singular, voluntariosa, aventurera, en ella Alirio manifiesta una clara voluntad de ser un hombre más natural que social –el modelo bien podría ser el del buen salvaje de Rousseau- que se adapta a los ambientes sucesivos sin que estos interrumpan el curso de su trayectoria que tiene a gala no volver sobre sus pasos, porque cuando lo hace es solo su cadáver quien recopila sus andanzas y vivifica su huella, sobre los seres que conoció, sobre los paisajes que holló, etc. Alirio de alguna manera es una especie de Pedro Saputo particular, un hombre con una filosofía personal que al cumplir la mayoría de edad decide enfrentarse a su “verdad desnuda”: el hecho de ser hombre en absoluta libertad, sin ataduras de ningún tipo, sin perseguir ningún fin en la vida, su único objetivo es el de vivir cada día como si fuera el primero de su existencia, anhelando lo inalcanzable (¡Cuánto del propio Zapater en este personaje!).
            La novela pues, presenta la vida de Alirio como una sucesión de peripecias, de estructura itinerante –modélo clásico picaresco, pero sin picaresca, en modo alguno Alirio es un pícaro-. Alirio, como Pedro Saputo, es hijo de sus  obras, de su talento natural y de su voluntad de aprender y saber: Alirio abandona su casa y se lanza a recorrer mundo sin destino y sin metas: primero conoce el amor en una venta con una mujer madura  y trabaja durante algunos meses en la restauración de una iglesia como peón de albañil. Aquí nace su amor por el arte, lo que le lleva a aprender la profesión de alfarero,  hasta que  es hecho preso por desertor del ejército. Tras pasar dos años cumpliendo con la Patria, donde aprende a tocar maravillosamente bien la guitarra, entra a trabajar de camarero y su carácter emprendedor le lleva a asociarse con el dueño y a montar un complejo hotelero en el que instruir a los profesionales del gremio. Pronto se enamora de Martina, la hija de su jefe-socio y esto un tiempo después provoca que tenga que abandonar el negocio, pues su padre no ve con buenos ojos la relación. Alirio se retira al desierto para reencontrarse consigo mismo (capítulo muy filosófico que habla del transcurrir del tiempo, del ser, de la libertad, de la esclavitud actual. Se reintegra a la sociedad, rescatado del desierto como si de un salvaje se tratara, pero poco a poco recupera sus habilidades e instruye a todo un pueblo en ellas. Sigue su peregrinar y llega a unas cuencas mineras donde ayuda a los mineros en su esfuerzo por mejorar sus condiciones sanitarias y consigue un hospital. Vuelve a la ciudad y se alcoholiza. Sale de esa situación y ya sin esperanza de conseguir su ansiada libertad, se prepara para morir y escribe-ordena sus pensamientos. Contrae matrimonio con una mujer a la que no ama, pero que le da cobijo hasta su muerte. Al final, su cadáver, como el de los héroes míticos, desaparece.

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