CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 21 de diciembre de 2012

LA CASA DEL JUDÍO EN "CIUDADANO KANE" (II)



            Quien haya visto Ciudadano Kane  recordará su enigmático comienzo: un hombre que sostiene una bola de cristal pronuncia una palabra, Rosebud, y muere. Se trata de Charles Foster Kane, protagonista de la película, que acaba de ser abandonado por su segunda mujer. Después, un noticiario da cuenta de la personalidad del multimillonario, de su imperio económico, su cadena de diarios, emisoras y fábricas. De sus ambiciones políticas, finalmente frustradas. De su vida sentimental con Emily Norton, sobrina del presidente de los Estados Unidos con la que se casó. Y de su idilio con una atractiva cantante, para quien construyó un teatro de la ópera. Todo se sabe de Kane menos una cosa ¿qué significa Rosebud, la palabra que pronunció justo antes de morir? Un periodista inicia una investigación al respecto, entrevistado a todas aquellas personas allegadas al fallecido. Los diferentes  flash-back conforman un prisma que permite acercarse a la verdadera historia de Kane, pero no disipar su secreto,  si bien la película se cierra descubriendo al espectador atento que Rosebud es el trineo que el pequeño Kane abandonó sobre la nieve cuando se vio obligado a dejar su hogar para iniciar una vida plagada de éxitos profesionales y fracaso personal. Rosebud no es más que el símbolo de todo aquello que no se puede comprar con dinero: la felicidad del juego infantil, el calor del hogar, el amor materno, etc.
         Ciudadano Kane es la biografía no autorizada de William Randolph Hearst (Welles filma esta genialidad a los 25 años y pese a contar con nueve nominaciones para el Oscar sólo consiguió uno, al mejor guión, fue el principio del fin de Welles en Hollywood, Hearst se encargó de ello) y su fastuoso paraíso artificial denominado en la película “Xanadu” es San Simeón, el rancho de Hearst que Edgar Neville, el director de cine español y amigo del magnate, describía en su momento de la siguiente manera: “La casa era una antigua iglesia colonial española, llevada allí en su mayor parte. Tenía un salón enorme y un comedor con una mesa como para un centenar de personas. Todo ello cubierto por inmensos tapices flamencos y franceses del siglo XVI y del XVII, como los de palacio. Los muebles, los cuadros y la plata eran antiguos, la mayor parte comprados en España por el coleccionista Mr. Byne para Hearst. Luego había dos pisos con las habitaciones de los dueños y las de invitados, todas amuebladas y decoradas con el mayor lujo. En el inmenso jardín había varios palacetes para más huéspedes. Al entrar en no de ellos se encontraba uno con el Niño del pajarito, de Goya; con la mesa en que se firmó el tratado de Viena o con la cama del cardenal Richelieu...”
         Una de las muchas singularidades de Ciudadano Kane es la presencia de techos en los decorados, hasta ese momento poco o nada frecuentes en las películas, debidos a los aberrantes y constantes contrapicados que pueblan el film, de esta forma, en la secuencia anterior a la muerte de Kane, la del arrebato de furia del protagonista tras ser abandonado por su mujer, podemos apreciar una reconstrucción de una techumbre de madera decorada con motivos animales y una puerta con una estrella mudéjar. Tras su muerte se realiza un inventario de los bienes del magnate y se cita explícitamente en la película la presencia de “tres techos españoles”, dos eran, sin duda, los de Teruel.



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