Antón con Ildefonso, Ángel Guinda,
Rosendo Tello y Manuel Vilas
Himno
de Aragón (1989)
A finales de 1987, la Mesa de las Cortes Regionales
de Aragón propuso encargarle la composición del himno oficial. Tras una serie
de rocambolescos avatares, se decidió designar a cuatro escritores
representativos de diferentes generaciones y de otros tantos territorios
aragoneses –Ildefonso Manuel Gil, Ángel Guinda, Rosendo Tello y Manuel Vilas-,
para que, en escasas pero maratonianas jornadas entorno a un piano en la ciudad
de Daroca, escribieran su texto: treinta y tres versos dispuestos en dos
estrofas de entrada, un estribillo y una estrofa de transición.
Su estreno tuvo lugar el 22 de abril
de 1989, en el Palacio de la
Aljafería de Zaragoza, a cargo del Coro Fleta de Zaragoza
(dirigido por Emilio Reina), la Coral
Oscense (dirigida por Conrado Beltrán), la Coral Polifónica Turolense
(dirigida por Jesús María Muneta) y la Orquesta Sinfónica
de Madrid, todos, a su vez, dirigidos por el propio García Abril.
Aragón cuenta pues con un Himno,
heroico y solemne, de gran calidad,
tanto en lo musical como en lo poético, pero que, sin embargo, no ha calado en
la ciudadanía, no se ha convertido en emblemático de la población aragonesa,
quizá el problema radique en la falta de consenso político y en la nula
difusión del mismo.
En
1983 fue nombrado hijo predilecto de Teruel y en 1985, su amigo, el padre Jesús
María Muneta, a la sazón Director del Instituto Musical Turolense, hombre
fundamental en el devenir de la música de la ciudad en las últimas décadas,
estrenó en su honor la obra significativamente titulada, Abriliana. Homenaje al maestro Antón García Abril, para orquesta.
Llevado de la gratitud
ante esas continuas muestras de cariño de los turolenses, el maestro aprovechó
el encargo del Ministerio de Cultura, con motivo del año Europeo de la Música, para componer su Concierto mudéjar, espléndido homenaje
al estilo arquitectónico turolense por excelencia; una creación en la que
desarrolla su vena melódica en tres tiempos que, según sus propias palabras, “fluyen
de manera expresiva para crear un mundo de equivalencias entre el mudéjar
arquitectónico y el sonoro”, pues como aquel, la composición se realiza con una
extraordinaria economía de medios: una guitarra y una orquesta de cuerda;
música sincera, grata y asequible a cualquier oído, compuesta para perdurar en
el tiempo, clásica ya a pesar de su modernidad, presente en todos los selectos
repertorios de los grandes solistas mundiales.
Se estrenó oficialmente el
1 de octubre de 1986 en la catedral de Teruel bajo su dirección y la
interpretación de Ernesto Bitetti y la Orquesta de Cámara I Solisti Aquilani. Ese mismo
año, el mudéjar turolense fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los actos de homenaje de
su ciudad se han sucedido puntualmente casi todos los años; las asociaciones
más importantes lo han reconocido con sus distinciones más preciadas, así, en
1988, fue nombrado “Turolense del Año” por el Centro de Iniciativas Turísticas.
Casi al mismo tiempo, en el V Abrazo Andalucía Aragón, la Casa de Andalucía en Teruel,
le otorgó el título de “Aragonés del Año”.
También por esas fechas, a
petición de la Delegación
de Teruel de Manos Unidas, compuso para dicha organización su sintonía. De
igual forma, en 1993, el Gobierno de Aragón, con motivo de la celebración del
día de San Jorge, le concedió la medalla al Mérito Cultural. Por su parte, el
Ministerio de Cultura reconocía su trayectoria profesional y su obra
otorgándole el Premio Nacional de Música. La Universidad de Verano
de Teruel lo homenajeaba dedicándole un curso de “análisis estético e
interpretativo de sus obras para piano y canto y piano”, quizá único en el
panorama universitario español, al tratarse de un músico vivo.
Como venimos destacando,
Antón García Abril no dejó de componer obras alusivas a su tierra, así, en
1999, estrenó Tres polifonías turolenses,
basadas en el Dance de Jorcas, y en
el 2002, con motivo de su lectura del pregón de la Semana Santa, regaló a la
ciudad su composición Florecicas de la
pasión, inspirada en el mundo del folclore a través de una jota aragonesa y
en los toques de tambores y cornetas, aunando de esta forma el mundo popular y
el de la Semana Santa.
RESEÑA PUBLICADA EN EL SUPLEMENTO DEL HERALDO DE ARAGÓN, "ARTES Y LETRAS"
CROMATISMO NARRATIVO
La paleta de colores de la escritora alcañizana, Rosa Blasco, es tan rica en matices en su ópera prima narrativa, El sanatorio de La Provenza, como la de Van Gogh, uno de los personajes que la pueblan: el morado de la lavanda, símbolo de lo misterioso y de lo oculto, el rojo de la pasión, el negro de la muerte o el blanco de la pureza. El cromatismo pictórico anticipa el narrativo, mestizaje de subgéneros: thriller de intriga, novela romántica, histórica, policial, y todo expuesto con un estilo limpio, de exquisita sensibilidad, inmaculado, sin estridencias, fluido y transparente, pero sin rehuir la crudeza del naturalismo cuando la ocasión lo requiere. Sobre ella sobrevuelan, ingrávidos, casi imperceptibles, los maestros del siglo XIX: Henry James, Clarín, Stendhal, Dumas, Galdós, Tolstói, etc.
Ambientada en la Provenza francesa de 1890, un joven médico forense de origen español debe esclarecer con la máxima discreción una serie de extraños casos que afectan a los pacientes de un sanatorio. Durante los tres meses que dura la investigación surge el amor, los celos, la envidia, el deseo de venganza y la amistad. Toda una cascada de emociones y sentimientos que desembocan en un final tan inesperado como sorprendente.
Si el paisaje de la Provenza trasciende la categoría de mero escenario para convertirse en personaje, no juega un papel menos importante Zaragoza y, sobre todo, Alcañiz, no en vano la autora, hace ya algunos años, publicó la Historia del Hospital de Alcañiz, fruto de su tesis doctoral.
Con esta tan compleja como aparentemente sencilla novela, en la que todo termina funcionando a la perfección, Rosa Blasco se revela como una excelente prosista y una magnífica conocedora de la naturaleza humana. Sin duda está llamada a ser todo un éxito. No se ha equivocado la ojeadora editorial de Planeta, ‘Tagus Casa del Libro’, de momento nos la presentan en formato digital, pero seguro que pronto se publicará en papel. Al tiempo.
ROSA BLASCO, El sanatorio de la Provenza, Ediciones Tagus, Formato: EPUB - SIN DRM , 2013.
En
marzo de 1982, Antón García Abril fue elegido académico de la Real de Bellas Artes de San
Fernando. En diciembre de 1983, leyó su discurso de ingreso en la Academia, cuyo título, Defensa de la melodía, anticipa y resume
a la perfección su contenido e intención: los principios esenciales de su
música, a los que siempre se ha mantenido fiel y, quizá, también, de su forma
de ser y de entender la vida.
Añadir leyenda
Su ciudad natal no quiso
permanecer ajena a este acontecimiento y durante ese año se sucedieron diferentes
homenajes. Así, en marzo, se le nombró Hijo Predilecto de la ciudad.
Agradecido, Antón, se comprometió a hacer una gran sinfonía dedicada a su
tierra, Teruel y Aragón, pero sin caer en populismos ni provincianismos vanos. Él
mismo anticipaba de la siguiente manera en el Heraldo de Aragón (14-05-1985) sus intenciones compositivas: “Hasta
ahora no se ha hecho nada en este terreno. Querría hacer con la música de mi
tierra lo que hizo Falla con la de Andalucía. Una obra que, partiendo de las
raíces, sea universal; estaría estructurada en tres movimientos,
correspondiendo cada uno de ellos a Zaragoza, Huesca y Teruel.” Es el comienzo
de un proyecto titánico, hasta la fecha inconcluso, que originariamente
denominó como Sinfonía Guadalaviar,
en el que integraba otros esbozos compositivos anteriores, inspirados en su
tierra como la Sinfonía aragonesa y la Sinfonía de “los Amantes”.
En vísperas de leer su
discurso de ingreso, a finales de noviembre, la banda de música Santa Cecilia
de Teruel, en su habitual concierto anual, lo nombró socio de Honor.
Cruz
de San Jorge. Mantenedor de las fiestas de la Vaquilla (1978)
En
abril de 1978 fue distinguido con la
Cruz de San Jorge por la Diputación Provincial
de Teruel y en las fiestas de la
Vaquilla ejerció de mantenedor con un interesante discurso (recogido
en el diario Lucha de los días 6 y 7
de julio) en el que recorrió los
hitos musicales más importantes de la provincia turolense, desde Gaspar Sanz,
pasando por la ópera de Bretón dedicada a los Amantes de Teruel, hasta acabar exponiendo
y destacando la importancia de su música popular, relacionando la enorme
variedad de cantos que se pueden encontrar en sus pueblos: gozos, albadas,
villancicos, mayos, oliveras, cantos de bodegas, el “reloj de la Pasión”, la baraja o el
arado, los Sacramentos, los Mandamientos, etc. Se detiene especialmente en el
“romance del arado” de Torres de Albarracín, que narra la Pasión de Jesús, y en los
Mayos, para finalmente concluir solicitando la reedición del libro fundamental
al respecto de Miguel Arnaudas, Cancionero de la provincia de Teruel, ofreciendo a la ciudad la posibilidad de
escribir un ciclo de canciones de concierto sobre una selección de textos
premiados en las distintas ediciones del certamen poético que con motivo de
estas fiestas se convoca, cuyo título anticipa como “Cuaderno de los Amantes”. Cerró su intervención con las
siguientes palabras tan representativas de su forma de ser y de entender la
música y el mundo: “Que el amor sea nuestra guía. Es suficiente con el amor
hacia las pequeñas cosas. Amemos nuestra tierra, nuestra tradición, nuestros
monumentos, nuestros hombres que con su trabajo diario contribuyen al
desarrollo de nuestra tierra…”
Ayer por la tarde, la ciudad de Teruel rindió un emotivo homenaje al maestro Antón García Abril. En la Escuela de Música que lleva su nombre se presentó el documental de Laura Sipán, El hombre y la música. Magnífico, sin más. Un delicado y entrañable recorrido por su obra y por su persona, que lo muestra como lo que es: un genio humilde y familiar, turolense hasta la médula. No se lo pierdan.
Cuando el maestro cumplió ochenta años, la revista cultural TURIA, Nº 107 se sumó a los múltiples homenajes
que se le estaban tributando y me encargó una semblanza vital y profesional, de la que extraigo algunas partes para presentarlas por entregas en el blog. Como se pueden imaginar, no pretendimos, ni mucho menos, abarcar la enormidad de su persona, ni analizar la vastedad de su obra. Nuestro compositor, director y
pedagogo sigue en la brecha en plena producción y son ya más de setecientas las
piezas que ha compuesto, con lo que la mera enumeración de las mismas
desbordaría ampliamente nuestras posibilidades.
En el momento de redactar aquellas páginas, se encontraba trabajando en la revisión
de La gitanilla, una creación que hizo para el ballet nacional de España
sobre las novelas ejemplares de Cervantes. Además estaba inmerso en la
composición de dos obras de piano para sus dos últimos nietos: "Siempre
les he escrito [hijos y nietos] a todos una partitura de bienvenida al
mundo".
De la intensidad y la altura del presente momento creativo de Antón
García Abril dan buena cuenta los múltiples encargos que recibe constantemente:
la gran violinista americana, Hilary
Hahn, ha paseado por un buen número de ciudades europeas y de Estados Unidos su
obra Tres suspiros, escrita a
petición propia para ella por Antón; por su parte, el quinteto de metal Spanish
Brass Luur Metalls, tras estrenar en el
año 2009 con gran éxito su primer encargo, El vuelo del viento, se apresuró a repetir experiencia el
pasado año con un nuevo estreno de turolense título, Guadalaviar, una composición largo tiempo gestada, escrita para
quinteto de metales solista y orquesta de cuerda, dos pianos y percusión.
Quien quiera aproximarse a su vida y a su producción musical deberá
consultar las obras de Fernando J. Cabañas Alamán, Antón García Abril. Sonidos en libertad (Instituto Complutense de
Ciencias Musicales. SGAE.1993); de Paula Coronas, Estética y estilo en la obra de Antón García Abril (Orquesta
Filarmónica de Málaga, 2001); de Álvaro Zaldívar, Antón García Abril. Poeta de vanguardia (Ediciones Maestro, 2003);
de Andrés Ruiz, Antón García Abril, un
inconformista. El compositor, visto y sentido, por sus intérpretes
(Fundación Autor. SGAE. 2005), así como los diferentes estudios de Esther
Sestelo dedicados a su obra. Para finalizar esta mínima bibliografía que, de
una u otra manera, gravita sobre el presente artículo, recomendamos también la
lectura del estudio de Pablo Pérez y Javier Hernández, Antón García Abril. El cine y la televisión (Diputación de
Zaragoza, 2002), dedicado a su música incidental.
El mundo compositivo de Antón García Abril es inmenso, se extiende desde
las bandas sonoras, pasando por la canción de concierto, el poema sinfónico,
las obras orquestales, para piano, guitarra, ballet, las de carácter didáctico
y pedagógico, hasta llegar a la ópera. Todo un universo creativo, tan ciclópeo
como ecléctico y polimórfico, pero al mismo tiempo unitario, de obra en marcha,
en constante construcción, fruto de una vida consagrada por entero a la música
que, como hemos anticipado, resulta imposible resumir en unas pocas páginas,
por lo que nos limitaremos a recorrer su trayectoria vital deteniéndonos
brevemente en aquellos momentos fundamentales de la misma o de su producción, en
los que Teruel, su patria chica, está presente, bien sustentando e impulsando
su trayectoria profesional, bien latiendo bajo sus composiciones: sus paisajes,
sus gentes, sus familiares, sus amigos, sus recuerdos de infancia y
adolescencia, etc., conforman un magma creativo que aflora en forma de
homenajes continuos a su tierra, pues como anticipábamos en el título, Antón
García Abril es un músico universal
turolense; un artista que no renuncia a sus raíces, al contrario, las posee
en lo emotivo, en el fondo de su espíritu creador y las proyecta hacia el mundo
convirtiéndolas en universales, demostrando una vez más la verdad de las
palabras del escritor portugués Miguel Torga de que “lo universal es lo local
sin paredes”, máxima que alienta siempre en los grandes creadores.
Las entradas que presentaré sucesivamente, surgen de seguir la pista de Antón en el periódico local turolense (antiguo Lucha, en la actualidad, Diario de Teruel) se comprueba, sin ningún género de duda, el respeto y la admiración que
ha suscitado y suscita entre sus paisanos, así como también se percibe con
claridad meridiana la justa correspondencia del compositor, hijo agradecido que
dedica a su tierra lo mejor de sí mismo: su trabajo, su música, sus
composiciones más sentidas.
Dejo aquí una entrevista realizada por Radio Aragón al maestro con motivo de la publicación del mencionado artículo. Espero que la disfruten.