CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 22 de junio de 2016

PRESENTACIÓN DEL LIBRO: VOCES TUROLENSES EN LA LÍRICA: TENORES AMABLE LEAL ALEGRÍA Y PASCUAL ALBERO BURILLO"


El próximo 23 de junio, a las 20 h., en el salón de actos del Museo de Teruel presentaremos el libro, Voces turolenses en la lírica: tenores Amable Leal Alegría y Pascual Albero Burillo, en el que intervendrán el director de la Escuela Municipal de Música "Antón García Abril"de Teruel, Antonio Civera Plumed, el editor, Juan Ignacio Jiménez, y el autor, Juan Villalba, es decir, yo mismo, y nos acompañarán, y nunca mejor dicho, al piano, FERNANDO LAREDO, que interpretrará junto con su hija, ADE LAREDO, cantante de los míticos LUCIOPERCAS, y el polifacético MANOLO IZQUIERDO DOLZ, más conocido como MANIOBRAS, miembro de ASTÍ QUEDA IXO! y la nueva ORQUESTA PALANCIA, pero en este caso será en versión barítono con la versión de la "jota de Perico", perteneciente a la Zarzuela El guitarrico y alguna jota de Pascual Albero, el resto del repertorio es un misterio. 
Bueno, bueno, bueno, ahí es nada lo del ojo y lo llevaba en la mano, un auténtico lujo que no merezco y que agradezco en nombre de todos aquellos que vengan a disfrutar de su música. También, aunque sea en lata, escucharemos la voz del tenor Albero, un grande olvidado. En fin, lo pasaremos bien, estáis todos invitados y, por supuesto, todo en menos de una hora. Os esperamos. Os dejo con el gran Kraus y su excelente interpretación de El guitarrico. Que disfrutéis.


No me resisto a subir también la excelente interpretación de nuestro paisano Fleta, un grande entre los grandes:



Esta locura ha sido posible gracias a la colaboración desinteresada de toda una serie de personas que la han hecho posible, aquí va mi agradecimiento para todas ellas: las archiveras de la Diputación Provincial de Teruel, Rosario Valenzuela, y del Archivo Municipal de Alcañiz, Teresa Thompson, que tan valiosa información me aportaron; mención especial merece el tenor Rodolfo Albero Colino-Esbec, nieto orgulloso de Pascual Albero, que desde el primer momento puso a nuestra disposición su archivo personal y nos facilitó su voz. Además se brindó a comentarla y explicarla con palabras tan sencillas como rigurosas, en un acto de homenaje y reconocimiento hacia aquel al que tanto quiso y admiró. 


En este sentido, también debemos mencionar a Mercedes Vela y Ana Ochoa, hija y nieta respectivamente de Pilar Albero, que me acogieron en su casa y me facilitaron información sobre esa hermana que tanto influyó en los comienzos de la carrera profesional del tenor. 

Como siempre que escribo sobre estos temas, requiero la inestimable y paciente colaboración del melómano navarro Salvador Aulló (http://liricahispana.com/), principal culpable de mi diletante afición por la música clásica. Y como no, también del zaragozano Ángel Pellicer, cuyos consejos siempre me son de gran ayuda. 

En la elaboración del disco ha sido esencial la desinteresada participación de Jesús Puerto, especialista en sonido y ultrasónico humano altruista que limpió la vieja grabación con la voz de Albero para editarlo, y de Fito Rodríguez, diseñador gráfico, que preparó con mimo la “galleta” para su presentación externa. 

A Juan Ignacio Jiménez y Christiane Domenech, editores, que apostaron por este trabajo sin importarles perder dinero. Gracias por vuestra confianza. 

Finalmente, también queremos significar la colaboración económica de la Caja Rural, siempre atenta y dispuesta a colaborar en pro de la cultura turolense. 




viernes, 17 de junio de 2016

VOCES TUROLENSES EN LA LÍRICA: PASCUAL ALBERO BURILLO, "EL DIVO DE LA JOTA" (II).



Galleta elaborada por Fito Rodríguez para el disco de temas de Pascual Albero que acompaña al libro
     
Pascual Albero fue un tenor lírico ligero de voz aérea, con gran capacidad para los agudos. Galán Bergua, el estudioso de la jota aragonesa, destacaba de ella: “su facilidad en los filados y portamentos, la limpieza con que emitía el Do de pecho y el Re y, sobre todo, el depurado gusto y el sugestivo matiz.”[1] De escasa estatura y gran confianza en sí mismo, sobresalía por su fuerte personalidad y gran carisma personal, lo que le llevó a protagonizar anécdotas como esta que describe Joaquín Martín de Sagarmínaga[2]

Cierta vez en que Federico Moreno Torroba se encontraba a la caza de buenas voces, con vistas a organizar una nueva temporada lírica en Barcelona, le propusieron el nombre de Pascual Albero. El compositor respondió: -Es un buen tenor, pero muy pequeño. Pasados unos días, tras haberle fallado otros cantantes, le pidió a un intermediario que localizase a Pascual Albero. Pero al entrevistarse con él, éste le contestó: -Dígale al maestro que en los días transcurridos yo no he variado de estatura.


Al final acabaron colaborando y fueron grandes amigos. 



Su trayectoria profesional puede dividirse en tres etapas: un periodo de formación que se prolonga hasta 1931; su debut, consolidación y éxitos como cantante de ópera y zarzuela en Barcelona y Madrid, que se extiende durante un lustro hasta la Guerra Civil; la lucha por la vida en la posguerra que le llevó a compatibilizar la lírica con su más prosaica profesión de contable, en un abandono progresivo de los escenarios como profesional del canto hacia mediados los años cuarenta, si bien siguió cantando de vez en cuando en Zaragoza, en especial en el café Ambos Mundos o en El Avenida, hasta bien avanzados los años sesenta. 



Quien esté interesado en su biografía, el próximo 23 de junio, a las 20 h., en el salón de actos del Museo de Teruel presentaremos el libro, Voces turolenses en la lírica: tenores Amable Leal Alegría y Pascual Albero Burillo, en el que intervendrán el director de la Escuela Municipal de Música "Antón García Abril" de Teruel, Antonio Civera Plumed, el editor, Juan Ignacio Jiménez, y el autor, Juan Villalba, es decir, yo mismo, y nos acompañarán, y nunca mejor dicho, al piano, FERNANDO LAREDO, que interpretrará junto con su hija, ADE LAREDO, cantante de los míticos LUCIOPERCAS, y el polifacético MANOLO IZQUIERDO DOLZ, más conocido como MANIOBRAS, miembro de ASTÍ QUEDA IXO! y la nueva ORQUESTA PALANCIA, pero en este caso será en versión barítono con la versión de la "jota de Perico", perteneciente a la Zarzuela El guitarrico y alguna jota de Pascual Albero, el resto del repertorio es un misterio.





[1] El libro de la jota aragonesa : Estudio histórico, crítico, analítico, descriptivo y antológico de la jota en Aragón, Zaragoza, 1966, pág. 230. 


[2] Mitos y susurros. 50 años de lírica en España, Madrid, Editorial Zumaque, 2010, pág. 363. 


miércoles, 15 de junio de 2016

VOCES TUROLENSES EN LA LÍRICA: TENOR AMABLE LEAL ALEGRÍA (I)







La provincia de Teruel ha dado a la historia de la lírica cantantes de extraordinaria calidad, de hecho, proporcionalmente a su población es incluso un número importante, algunos, caso de los tenores Andrés Marín y Juan Francisco García Muñoz, el bajo Victoriano Redondo del Castillo o de las sopranos Elvira de Hidalgo y Carmen Gracia Tesán, alcanzaron la categoría de “divos”, compartiendo escenarios con las voces más importantes de su época. A estos nombres absolutos de la lírica mundial, debemos unir otros quizá no tan destacados, más modestos si se quiere, pero que en su momento sí ocuparon un lugar de privilegio en el mundo de la ópera y de la zarzuela nacional, tal es el caso del tenor Amable Leal Alegría, de Alcañiz. 



Con una hermosa voz y una tremenda afición, la trayectoria profesional de Amable Leal quedó marcada por una frustrada presentación en el Teatro Real al comienzo de su carrera con la en esos momentos emergente promesa María Barrientos, de haberse producido quizá su suerte hubiera sido otra, pero eso nunca lo sabremos, por lo que el tenor de Alcañiz aunque intentó hacerse un hueco en el exigente mundo de la ópera de principios del siglo XX no lo consiguió y derivó irremediablemente hacia la zarzuela.



Quien esté interesado en su biografía, el próximo 23 de junio, a las 20 h., en el salón de actos del Museo de Teruel presentaremos el libro, Voces turolenses en la lírica: tenores Amable Leal Alegría y Pascual Albero Burillo, en el que intervendrán el director de la Escuela Municipal de Música "Antón García Abril" de Teruel, Antonio Civera Plumed, el editor, Juan Ignacio Jiménez, y el autor, Juan Villalba, es decir, yo mismo, y nos acompañarán, y nunca mejor dicho, al piano, FERNANDO LAREDO, que interpretrará junto con su hija, ADE LAREDO, cantante de los míticos LUCIOPERCAS, y el polifacético MANOLO IZQUIERDO DOLZ, más conocido como MANIOBRAS, miembro de ASTÍ QUEDA IXO! y la nueva ORQUESTA PALANCIA, pero en este caso será en versión barítono con la versión de la "jota de Perico", perteneciente a la Zarzuela El guitarrico y alguna jota de Pascual Albero, el resto del repertorio es un misterio. 

viernes, 10 de junio de 2016

NICANOR VILLALTA PELICULERO (III)



Villalta, el mejor espada de su época a los ojos de Hemingway
        


Hemingway consideró a Villalta el mejor torero de su tiempo, junto al “Niño de la Palma”, lo juzgó como un torero intemporal, único, personal, individual e inclasificable, pero démosle la palabra al escritor taurófilo, la cita es larga, pero merece la pena, quizá sea la mejor radiografía de un torero y de su forma de torear que se haya hecho nunca:




“Villalta es un caso extraño. Tiene un cuello tres veces más largo que la mayoría de las personas. Mide uno ochenta de estatura y ese metro ochenta está empleado casi enteramente en piernas y cuello. No se podría comparar su cuello con el de una jirafa, porque el cuello de la jirafa tiene un aire natural y el cuello de Villalta parece como si acabaran de estirarlo delante de vuestros ojos. Parece que es un cuello de goma que se estira y se estira y no vuelve jamás a sus dimensiones normales. Sería maravilloso que pudiera ocurrir así. Ahora bien, un hombre, dotado de tal cuello, si mantiene los pies juntos, el torso hacia atrás e inclina el cuello hacia el toro, produce cierto efecto que, sin ser enteramente artístico, no es completamente grotesco. Pero en cuanto ensancha las piernas y sus largos brazos van cada uno por su lado, nada puede evitar, por mucho valor que ponga, el que se convierta en un ser extremadamente ridículo.

Una noche, en San Sebastián, paseando por La Concha, Villalta nos habló de su cuello, en esa especie de lenguaje infantil aragonés que habla; maldijo su cuello, y nos explicó cómo tenía que concentrar la atención en su cuello y no olvidarse nunca de él para no parecer grotesco. Había inventado una especie de estilo giroscópico de emplear la muleta y dar sin ninguna naturalidad los pases llamados «naturales». Con los pies muy juntos, con su gigantesca muleta, que, completamente desplegada, sería suficiente para sábana de un hotel respetable, extendida la muleta sobre la espada, sujeta con la mano derecha, Villalta gira lentamente con el toro. Nadie hace que pase más cerca; nadie torea más cerca del toro y nadie sabe girar como el maestro sabe hacerlo.

Con la capa es malo; procede mucho más rápidamente y a golpes; cuando mata, se encamina derecho al toro y sigue bien la espada con su cuerpo, pero con frecuencia, en vez de bajar la mano derecha, para que el toro la siga y quede al descubierto el punto vital entre sus omóplatos, le ciega con los pliegues rojos de la muleta, contando con su altura para pasar el brazo por encima del cuerno y hundir la espada hasta la bola. A veces, sin embargo, mata de un modo absolutamente correcto y siguiendo los cánones. En los últimos tiempos, su manera de matar se ha hecho casi clásica y muy segura. En fin, todo lo que hace, lo hace con valor, y todo lo que hace, lo hace a su manera, así es que si veis a Nicanor Villalta, tampoco habéis visto los toros. Pero debéis ir a verle en Madrid, siquiera una vez, donde se entrega por entero y donde, si sale un toro que le permita mantener juntos los pies, cosa que no le sucede más que una vez cada seis, veréis algo extraño, conmovedor y, gracias a Dios, excepto por lo que se refiere al gran valor que despliega, completamente único [...]

Nicanor Villalta, cuando encuentra un toro que embiste lo suficiente por derecho para que el torero pueda mantener los pies juntos, trabaja muy cerca, se exalta y se curva sobre sí mismo, lanzando la línea de su torso sobre los cuernos y, moviendo la muleta con su muñeca maravillosa, hace dar vueltas al toro alrededor una y otra vez y le hace pasar tan junto a su pecho que los lomos del toro le achuchan a veces, y los cuernos pasan tan cerca de su vientre que se pueden ver luego en el hotel las rayas que le han hecho en el abdomen. No exagero: las he visto. Creo que podrían provenir de las puntas de las banderillas, que le habían rozado en el momento en que hacía pasar todo el bulto del toro tan cerca de él que su camisa se manchó de sangre; pero creo que podían también provenir de la porción plana de los cuernos, que pasaban tan próximos a él, que yo mismo no tenía valor para mirarle con los ojos abiertos. Cuando hace una gran faena, Villalta es todo valentía; y por esa valentía y esa muñeca mágica se le perdonan las mayores torpezas que pueda cometer con los toros que no le toleren mantener los pies unidos. Puede ocurrir que veáis una de esas grandes faenas de Villalta en Madrid, donde se ha encontrado con toros buenos con más frecuencia que ningún otro torero muerto o vivo. Pero podéis estar seguros también de verle tan torpe de figura como una mantis religiosa cada vez que tropieza con un toro difícil. No hay que olvidar que esa torpeza está originada por su contextura física, y no por falta de valor; por la manera como está constituido, Villalta no puede ser elegante más que si junta los pies, y, mientras que la torpeza en un torero gracioso es señal de pánico, en Villalta significa solamente que ha dado con un toro con el que tiene que separar las piernas para torear. Pero si habéis llegado a verle alguna vez cuando puede unir los pies, si le habéis visto inclinarse como un árbol en una tempestad delante del toro que embiste, si habéis visto dar al toro vueltas y más vueltas en torno, si al torero le habéis visto exaltarse, arrodillarse ante el bicho después de haberle dominado y morderle el cuerno, olvidaréis entonces el cuello que Dios le ha dado, la muleta, enorme como una sábana, que emplea y sus piernas de poste telegráfico; porque su extraño cuerpo contiene el suficiente valor y el suficiente pundonor como para hacer de él una docena de toreros. […]

El mejor espada de hoy en día es Nicanor Villalta. Villalta comenzó falseando la suerte de matar y utilizando su elevada estatura para inclinarse sobre el toro, cegándole con su inmensa muleta; pero ahora ha purificado, dominado y perfeccionado su arte, de tal manera que, en Madrid al menos, mata los toros que le tocan, de cerca, con confianza, de una manera correcta, segura y emocionante, habiendo aprendido la manera de emplear su mágica muñeca izquierda para matar realmente al toro en lugar de engañar sencillamente al público. Villalta es un ejemplo del hombre simple de que hablaba al comienzo de este capítulo. En inteligencia y en conversación no es más listo que vuestra hermanita de doce años, si esa hermanita es una niña algo retrasada y tiene un sentido de la gloria y una fe en su grandeza tan altas que podríais colgar de ella vuestro sombrero. Añadid a esto una bravura con la que ningún valor frío podría rivalizar en intensidad.

Personalmente le encuentro insoportable, aunque es bastante divertido si no se tiene ninguna prevención contra la histeria vanidosa; pero con la espada y la muleta es hoy en Madrid el más bravo, el más seguro, el más tenaz y el más emocionante matador de la España contemporánea. “[1]



[1] Muerte en la tarde, Madrid, Espasa, pp. 57 y stes.

lunes, 6 de junio de 2016

NICANOR VILLALTA PELICULERO (II)



Bigografía
         

Nicanor Villalta, “el león del trasteo”, nació en 1897 en Cretas, pueblo del Matarraña turolense, y a pesar de que con diez años partió con su familia a México, siempre se consideró turolense “hasta la médula”, como él mismo reconoció en diferentes ocasiones y confirmaba con su constante uso del “oye maño…” Con diez años siguió a su padre, quien tras abandonar su carrera de novillero y banderillero, viajó a México en busca de fortuna, donde probó suerte con diferentes comercios: tienda de comestibles, panadería, casa de huéspedes, una carnicería, un establo de vacas… Pero lo cierto es que la inestabilidad política y social del país no lo favorecieron y terminó en la ruina. Cuando tuvieron una oportunidad, dejaron lo poco que tenían y marcharon a Cuba. En la isla caribeña trabajaron duro en la zafra del azúcar durante un par de años y, cuando se calmaron un poco las aguas revolucionarias, volvieron a Distrito Federal, en donde se había quedado una hermana que allí se había casado, y se había levantado la prohibición de la corridas de toros que había impuesto el gobierno de Carranza. Fue entonces cuando empezó a tomarse más en serio la posibilidad de ser torero e intervino en algunos festejos. por lo que el ya por entonces joven Nicanor, llevado por la necesidad familiar y convertido en su sostén, decidió dedicarse por completo al mundo del toro, una profesión que, como él mismo decía, “rápidamente lo levanta a uno o lo tumban del todo”.


Con poco más de veinte años toreo en Querétaro, para el mismo día que moría en Talavera Joselito, el 17 de mayo de 1920, hacerlo en Zaragoza, presentado por el a la sazón representante de la plaza y gran amigo de la familia, Nicanor Villa, Villita, compañero de fatigas taurinas en la mocedad de su padre, por el que sintió una profunda admiración hasta el punto que le llevó a bautizar a su hijo con su nombre. Su triunfo en Madrid el dos de mayo de 1922 aceleró la toma de su alternativa, que se produjo en agosto en la Plaza de San Sebastián.






En 1923 sufrió una cogida importante, el diestro la recordaba en sus memorias de la siguiente manera, “…me empaló por el vientre con el pitón derecho y con el otro me dio un puntazo en el pómulo izquierdo; de verdadero milagro no me vació el ojo, pues la fina punta me llegó a rasgar hasta la ceja donde me tuvieron que dar varios puntos…” Pocos días más tarde, con la cabeza y gran parte de la cara vendada, se encontraba en Teruel, dispuesto a torear en su plaza, como luego veremos más por extenso[1]. En 1927, cuando se encontraba en lo más alto de su carrera, sufrió otra cogida de importancia en el escroto, circunstancia que le obligó a reducir drásticamente, y no se me malinterprete, las corridas anuales, que hasta ese momento superaban con creces el medio centenar.


En 1924, la Asociación de la Prensa de Madrid, le otorgó el prestigioso premio taurino creado por ella de la “oreja de oro”, que el matador, como buen aragonés, ofreció a la Virgen del Pilar. En 1927, en México, conseguiría en la corrida de la Beneficencia Española una segunda Oreja de Oro, al ser el torero más votado por los aficionados, que lo declararon de esta forma el torero triunfador del acontecimiento.


Sus primera oreja se la concedieron en Alcañiz, le seguirían Zuera, Teruel, Zaragoza y un larguísimo etcétera, hasta superar con creces la cifra de cuatrocientas, solo en Madrid, y en una época en la que conseguir trofeos era muy complicado ( a su etapa, la que va desde la muerte de Joselito hasta la Guerra Civil, se le conoce como “la edad de plata del toreo”), como constata la placa con su nombre expuesta en su plaza, suma los 56 trofeos, cuarenta y siete en la antigua plaza de toros de la Carretera de Aragón y nueve en la actual Monumental de Las Ventas, con un total de cinco Puertas Grandes.


Villalta estuvo en activo ininterrumpidamente hasta 1935, año en que se retiró por primera vez. Como a tantos otros españoles, la Guerra Civil le truncó todos sus planes de una manera fulminante. El portero de su finca lo acusó de fascista y tuvo que salir huyendo perseguido por la milicia. Se escondió en un zulo en Madrid y allí malvivió durante el tiempo que duró el asedio de la ciudad. Cuando acabó la guerra, su mala situación económica le obligó a tener que volver a torear.


Reapareció el día de la Mercè de 1939 y toreó en continuidad hasta octubre de 1943, en que se cortó la coleta, en una de las corridas de la feria del Pilar. Pero no sería esa la última vez que matara un toro, como luego veremos.


Alcanzó gran fama como estoqueador (el reconocido crítico taurino, Gregorio Corrochano, dijo en una ocasión refiriéndose al de Cretas: “Carniceros: abrid en el desolladero con cuidado los toros que mata Villata. Porque pudiera un día ocurrir que fuera Villalta dentro.”) y con la muleta fueron célebres sus «parones» al embarcar con la mano derecha, a decir de los entendidos su juego de muñeca era verdaderamente prodigioso. Esto le llevó a ser uno de los diestros imprescindibles en las plazas de Madrid y Barcelona, llegando incluso a apodarlo el expreso Madrid-Barcelona, por la multitud de viajes que realizaba entre las dos ciudades para torear. Quizás por eso mismo fue objeto del veto por parte de algunas figuras del momento que, por la entrega del diestro aragonés, rehusaban anunciarse con él en los carteles. Una vez retirado definitivamente, Villalta apoderó a diversos toreros, fue también empresario y posteriormente le nombraron asesor de la presidencia en las plazas madrileñas, función que desempeñó hasta el final de la temporada de 1979, pero todo esto lo desarrollaremos en el apartado dedicado a la película de Summers, Juguetes rotos.


EL ARTÍCULO COMPLETO EN CABIRIA Nº 11









[1] FOTOGRAFÍA PLAZA DE TERUEL. TOMADA DEL ECO DE TERUEL