CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 21 de abril de 2017

RESEÑA DE "LAS VISIONES", DE EDMUNDO PAZ SOLDÁN



DE DIOSES, DROGAS Y VISIONES



        
El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán ha publicado en la editorial Páginas de Espuma su obra titulada Las visiones, una colección de 14 relatos en los que mezcla de forma particular la literatura fantástica, el relato de terror y la ciencia ficción. Su lectura puede abordarse desde el conocimiento de las claves de su obra anterior, la novela Iris, de la que derivan, o desde su absoluto desconocimiento, como fragmentos de un rompecabezas cifrado, lo que les conferirá, si cabe, mayor misterio y oscuridad. Si es esta la lectura que se pretende, aconsejamos ya desde aquí no seguir con la lectura de esta reseña.

         En Las visiones la poesía, la psicología, la filosofía y por qué no, también el misticismo, se dan mágicamente la mano para constituir una críptica obra en la que las palabras nos trasladan a los más misteriosos lugares de la psique y de la condición humana. Paz Soldán sigue en su proyecto literario la estela que allá por los años sesenta inaugurara Michael Moorcock al romper con la ciencia ficción clásica -futurista, de viajes interespaciales, alienígenas, etc.- y exigir al género un mayor experimentalismo literario y más elementos narrativos centrados en la psicología del personaje, creando de esta forma la corriente denominada New Wave.

         Así es, para Paz Soldán la ciencia ficción es lo de menos o, en todo caso es una mera excusa, un pretexto para abrirnos a dimensiones ocultas del alma humana, es una alegoría de la realidad, un género que se presta a la perfección para la reflexión metafísica y estudiar la relación del individuo con el universo: Iris y la secuela cuentística que nos ocupa, Las visiones, son un punto de partida táctico para construir personajes con profundidad psicológica y destacar su espiritualidad, su relación de vulnerabilidad con el entorno, sus conflictos morales, etc.; es decir, nos cuenta historias ambientadas en un futuro lejano que tratan problemas sociales y existenciales de cualquier época: el colonialismo, la corrupción política, económica y judicial, la esclavitud, la rebelión, la locura, el mesianismo, los desastres de la guerra y, sobre todo, el uso de drogas para alcanzar la trascendencia y sobrevivir sin esperanza en esa tierra hostil que es Iris: los humanos, para sobrellevar su existencia en ese mundo desolado, recurrirán a las drogas (el Jün, una planta sagrada con propiedades lisérgicas; los Swits; el MDVP-2 o Miel; Spikes plateados; Cristales de Alba y, en especial, “el dragón, una droga líquida y muy rápida que se te come viva”, etc.) y/o la religión, ambas son las dos caras de una misma moneda, las válvulas de escape o los medios a su disposición para conseguir la trascendencia.

         Así pues, las narraciones que componen Las visiones ocurren en  este territorio futuro que es Iris, verdadero personaje omnipresente en todas ellas: se trata de una región tóxica, con ciudades, minas, selvas, etc.; un lugar hermético y hostil, en el que impera un sistema corrupto donde el poder, la religión y el comercio son una misma cosa, con sus propias normas, su lógica particular y su delirio (dioses, drogas, visiones), todo un espacio tenebroso de vislumbre, penumbra y distopia, de ambiente sórdido y asfixiante, de energías sobrenaturales y de fuerzas misteriosas. Sobre este territorio imaginado por Paz Soldán gravita de algún modo la Zona de la película de culto de Tarkovski, Stalker. De igual forma, su dios demoníaco Xlött remite en cierta medida a esa mítica criatura sobrehumana que solo se comunica mediante el dolor y la muerte que es el Alcaudón –Shrike- de Los Cantos de Hyperion, de Dan Simmons. Paz Soldán no oculta sus influencias, es más, las confiesa abiertamente al final de la obra reconociendo que muchos de sus cuentos son remakes de otros de Guimarães Rosa, James Tiptree, Theodore Sturgeon, etc. Pero por encima de todos ellos, interiorizado hasta la médula, está Jorge Luis Borges y sus Ficciones.

         Paz Soldán experimenta con un lenguaje personal, quizá con pretensiones de universalidad, que evidentemente no es spanglish, pero se le asemeja, en el que inventa neologismos, especialmente para designar animales, plantas, máquinas, etc., y una sintaxis un tanto peculiar que logra conferir a las historias un ritmo propio y las dota de un particular  halo de misterio.

         Podemos asegurar que Las visiones no dejará indiferente a nadie:  gustará o no, pero habrá merecido la pena. Edmundo Paz Soldán se está consolidando como una de las voces imprescindibles de la narrativa hispanoamericana actual. Debemos conocerlo.



EDMUNDO PAZ SOLDÁN, Las visiones, Madrid, Páginas de Espuma, 2016.

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