CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

domingo, 11 de febrero de 2018

TRAS LA HUELLA DE LOS AMANTES EN LA LITERATURA (III)

POESÍA (II)

El artículo completo en TURIA NÚM. 124



   Así llegamos a la obra magna del gran valedor de la historia, el notario letraherido con aspiraciones de poeta, Juan Yagüe de Salas, quien en 1616 publicó su Epopeya trágica, un poema narrativo de corte culterano, con fuerte sabor costumbrista, frecuentes alusiones mitológicas, digresiones escolásticas, citas de poetas clásicos, griegos y latinos, bíblicas, etc., en total 20.043 endecasílabos en los que utiliza aspectos y detalles amantistas aparecidos con antelación en Villalba y Huerta.
        Yagüe de Salas buscó para su Epopeya, previo pago, el apoyo explícito de autores de prestigio contemporáneos, con el fin de refrendar con su autoridad la calidad de su obra, así incluyó sonetos[1]  laudatorios de escritores de la talla de Cervantes, Lope de Vega, Guillén de Castro o Jerónimo de Salas Barbadillo -con el que quizá le uniera algún parentesco y desde luego una importante amistad-, entre otros. Estas composiciones fueron escritas probablemente durante la segunda mitad de 1615, la de Cervantes es sin duda la de un escritor en la recta final de su vida, trasluce la “voz cansada” de quien escribe con cierta desgana y por compromiso una laudatio de circunstancias. Por su parte, el soneto de Lope presenta más hondura, calidad y tensión poética.
           

  Habrá que esperar hasta comienzos del siglo XX, para llegar a la otra gran obra recopilatoria sobre el tema, se trata del Cancionero publicado por Domingo Gascón y Guimbao en 1907, en el que reúne 500 piezas de autores coetáneos, con nombres tan relevantes como el Duque de Rivas, Emilia Pardo Bazán, Amado Nervo, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, etc[2].
            En 1958, en una publicación miscelánea[3] se incluye una composición poética de mérito compuesta de veinte estrofas agrupadas en cuatro cantos del poeta cordobés Leopoldo de Luis titulada “El Amor y la Muerte”.
            Otro hito fundamental de la poética amantista es la creación en 1962 del Certamen Poético de los Amantes, entre cuyos premiados se encuentran poemas notables, caso de las de Carlos Luis de la Vega, reconocido amantista y creador de la letra del Himno a los Amantes, merecedor de la flor natural en 1978 por su soneto “Decídselo a la rosa: que no muera…” o el de la turolense Raquel Lozano, “Fue por tus labios fríos cuando supe…”.
          
  Gregorio Ambrosio Gómez es el poeta local que más los ha cantado, en 1969 les dedicó unas Coplas, en las que recreaba su historia y cantaba al amor. Casi treinta años más tarde volvió sobre el tema con el Romance del amor hallado (1997), y cinco años después realizó una nueva aportación poética con Un lugar para el amor. Historias y romances de Teruel y sus Amantes.
            Ya en el siglo XXI es de reseñar por su calidad literaria la selección de poemas de poetas aragoneses en torno a la pasión y el amor de la antología coordinada por Manuel Martínez-Forega, Amantes. 88 poetas aragoneses (2017).



[1] Ya unos años antes, en 1609, Cristóbal Suárez de Figueroa les dedicó un soneto inserto en el Discurso II de La constante Amarilis.

[2] Aunque no participó en esta obra colectiva, Miguel de Unamuno les dedicó también un romance.
[3]Los Amantes de Teruel, volumen publicado por el Instituto de Estudios Turolenses en el que recogen todas las obras (poemas, ensayos, artículos, etc.) que con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de las momias de los Amantes se dieron a la imprenta en  1955.

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